Con 35 es padre, es hijo y también hermano. De esta manera Gary Rivas Antúnez, conocido como 'Payasito Rayito', sale...
Con 35 es padre, es hijo y también hermano. De esta manera Gary Rivas Antúnez, conocido como 'Payasito Rayito', sale a las calles para rienda suelta a un oficio que genera sonrisas en quienes se transportan en bus, ya sea para llegar al trabajo o volver a casa, cuando cae la tarde.
“La alegría de las personas, además pienso seguir especializándome y me gustaría llegar a los circos de México como el de los hermanos Fuentes Gasca, es un reto por el cual espero mi oportunidad, el estar en un circo. Un payaso enseña y muestra valores”.
¿Cómo empezaste en el mundo del arte?
Primero que nada, ser payaso es un arte cuya complejidad te obliga a reinventarte a diario, hacer reír es un oficio muy complicado, pero una vez que como payaso veo una sonrisa ya puedo decir misión cumplida. Ahora me preguntas cómo empecé, fue en un viaje a la selva cuando faltaba un payasito para una fiesta infantil y me lancé a la piscina, desde entonces del interior de Gary Rivas Antúnez nació “Rayito”.
¿El mundo del arte es complicado?
Al empezar tenía una zapatos y un poco de ropa, desde entonces me empecé a preparar en la escuela de Arte y Cultura de la Tablada de Lurín en Villa María del Triunfo, entonces me decidí ser un payaso ejemplar, así soy un enamorado del arte, me gusta el arte. Te puedo decir que de una forma u otra el arte te salva la vida y te lo digo yo que salí de una relación bastante compleja, que pasó y sobrelleva gracias a un labor de payaso. El arte es una salida, una forma de transmitir cultural.
¿Qué significa para ti ser payaso?
Es un arte, un arte que si bien te nace, te trae más de una alegría. De esta forma hacer sonreír es muy difícil, pero una vez sacada una sonrisa es un tranquilidad, un decir ‘misión cumplida’.
¿Cómo empezaste a trabajar en los micros?
Fui para probar, tenía tiempos libres y fue a mostrar mi arte, si la gente tiene gusto por lo que uno hace me doy cuenta y logro ganarme la vida, ahora yo no me subo solo a los buses, me subo con un muñeco “Pochito” y doy un show que dura unos minutos, pero que para mí es importante ya que es un medio de vida.
¿El subir a los micros fue un reto?
En la escuela de Arte y Cultura de la Tablada de Lurín en Villa María del Triunfo te enseñan a perder el miedo escénico, y así fue un reto, pero yo ya había tenido experiencia en los micros vendiendo chocolates, así me fui reinventando para poder llegar a la gente.
¿Cómo es el contacto en el micro con personas que ven bajar y subir vendedores en cada momento?
Primero para el payasito no hay barreras, todo trabajo de arte se hace con mucho respeto, es así que para mí no hay barreras, porque el payaso hace que recuerdes tu infancia, y así contacto con adultos y niños que no necesariamente me dan una propina, sino me dan un ‘gracias’, una sonrisa, ya que lo que yo hago es arte y cultura.
Por Vladimir Rendón Acat
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