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Ernest Hemingway: A 62 años de la muerte del autor de 'El viejo y el mar'

Su estilo sobrio —que él denominó la teoría del iceberg— tuvo una gran influencia sobre la ficción del siglo XX,...

Su estilo sobrio —que él denominó la teoría del iceberg— tuvo una gran influencia sobre la ficción del siglo XX, mientras que su vida de aventuras y su imagen pública le trajeron la admiración de las generaciones posteriores. Hemingway escribió la mayor parte de su obra entre mediados de la década de 1920 y mediados de la década de 1950. Ganó el Premio Pulitzer en 1953 por “El viejo y el mar” y al año siguiente el Premio Nobel de Literatura por su obra completa. Publicó siete novelas, seis recopilaciones de cuentos, dos ensayos y una obra de teatro. Póstumamente se publicaron tres novelas, cuatro libros de cuentos y tres ensayos. Muchos de estos son considerados clásicos de la literatura de Estados Unidos.

Ernest Miller Hemingway nació el 21 de julio de 1899 en Oak Park, Illinois, un suburbio de Chicago. Su padre, Clarence Edmonds Hemingway, era médico y su madre, Grace Hall Hemingway, era música. Ambos eran educados y muy respetados en la comunidad conservadora de Oak Park, una comunidad de la que Frank Lloyd Wright, uno de sus residentes, dijo: “Tantas iglesias para tanta buena gente”. Durante algún tiempo tras su matrimonio, Clarence y Grace Hemingway vivieron con el padre de Grace, Ernest Hall, en honor a quien nombraron a su primer nieto. Más tarde Ernest Hemingway diría que le desagradaba su nombre, que “asociaba con el héroe ingenuo, incluso absurdo, de ‘La importancia de llamarse Ernesto’, la obra de teatro de Oscar Wilde”. Grace siguió la costumbre victoriana de no diferenciar la ropa de los niños por género. Con solo un año de diferencia en edad entre los dos, Ernest y Marcelline se parecían enormemente. Grace quería que parecieran gemelos, de forma que durante los primeros tres años de vida de Ernest, Grace mantuvo su cabello largo y vistió a los niños con ropas femeninas similarmente adornadas. La familia se mudó finalmente a una casa de siete habitaciones en un barrio respetable con un estudio de música para Grace y un consultorio médico para Clarence.

La madre de Hemingway era una música muy conocida en el pueblo, donde realizaba conciertos. De adulto, Hemingway afirmaba odiar a su madre, si bien el biógrafo Michael S. Reynolds señala que Hemingway era un reflejo de su energía y entusiasmo. Su insistencia en que aprendiera a tocar el violonchelo se convirtió en “fuente de conflictos”, pero más tarde el escritor admitió que las clases de música le fueron útiles para su obra, como se evidencia por la estructura de contrapunto de la novela “Por quién doblan las campanas”. La familia tenía una casa de verano llamada Windemere en Walloon Lake, cerca de Petoskey, Míchigan, donde su padre le enseñó, siendo un niño de cuatro años, a cazar, pescar y acampar en los bosques y los lagos del norte de Míchigan. Sus tempranas experiencias en la naturaleza le inculcaron la pasión por la aventura al aire libre y la vida en zonas remotas o aisladas.

Desde 1913 hasta 1917, Hemingway asistió a la escuela secundaria Oak Park and River Forest High School, donde practicó diversos deportes, como boxeo, atletismo, waterpolo y fútbol americano. Destacó en las clases de inglés y, durante dos años, tocó en la orquesta de la escuela con su hermana Marcelline. En su penúltimo año cursó una asignatura de periodismo, impartida por Fannie Biggs, que se organizaba “como si el aula fuera una oficina de periódico”. Los mejores escritores de la clase presentaban sus artículos al periódico de la escuela, The Trapeze. Tanto Hemingway como Marcelline presentaron sus textos al Trapeze; el primer artículo de Hemingway trataba de una actuación local de la Orquesta Sinfónica de Chicago y fue publicado en enero de 1916. Continuó editando en el Trapeze y en Tabula (el anuario de la escuela), imitando el lenguaje de los periodistas deportivos con el seudónimo de Ring Lardner, Jr., un guiño a Ring Lardner del Chicago Tribune. Como Mark Twain, Stephen Crane, Theodore Dreiser y Sinclair Lewis, Hemingway fue periodista antes de convertirse en novelista; tras salir de la escuela secundaria se fue a trabajar como reportero novato para el periódico Kansas City Star. Aunque solo trabajó allí durante seis meses, el libro de estilo del “Star” formó la base para su escritura: “Utilice frases cortas. Utilice primeros párrafos cortos. Use un lenguaje vigoroso. Sea positivo, no negativo”.

De las letras a la sórdida guerra de Ernest Hemingway

A principios de 1918, tras ser rechazado por el Ejército de los Estados Unidos por su mala visión, Hemingway respondió a una campaña de reclutamiento de la Cruz Roja en Kansas City y firmó un contrato para convertirse en conductor de ambulancias en Italia. Salió de Nueva York en mayo y llegó a París mientras la ciudad estaba bajo el bombardeo de la artillería alemana. En junio estaba en el frente italiano. Probablemente fue en esta época cuando conoció a John Dos Passos, con quien tuvo una relación difícil durante décadas. En su primer día en Milán fue enviado a la escena de la explosión de una fábrica de municiones donde los equipos de rescate recuperaron los restos destrozados de las obreras. Describió el incidente en su libro “Muerte en la tarde”: “Recuerdo que después de que buscábamos bien por los muertos completos, recolectábamos fragmentos”. Unos días más tarde fue estacionado en Fossalta di Piave.

El 8 de julio fue malherido por fuego de mortero, justo cuando acababa de regresar de la cantina con chocolate y cigarrillos para los hombres en el frente. A pesar de sus heridas, Hemingway logró rescatar un soldado italiano, lo que le valió la Medalla de Plata al Valor Militar del gobierno italiano. Con solo 18 años, Hemingway comentó: “Cuando se va a la guerra como un chico, se tiene una gran ilusión de inmortalidad. Son las otras personas las que mueren, no te ocurre a ti... Entonces, cuando caes gravemente herido por primera vez, pierdes esta ilusión y sabes que te puede pasar a ti”. Sufrió graves heridas de metralla en ambas piernas, y fue sometido a una operación inmediata en un centro de distribución, pasando cinco días en un hospital de campaña antes de ser trasladado al hospital de la Cruz Roja en Milán para su recuperación. Pasó seis meses en el hospital, donde conoció a “Chink” Dorman-Smith, con quien forjó una fuerte amistad, que se prolongó durante décadas. Asimismo, compartió un cuarto con el futuro embajador estadounidense y escritor Henry Serrano Villard.

La conspiración del amor

Mientras se recuperaba, se enamoró, por primera vez, de Agnes von Kurowsky, una enfermera de la Cruz Roja, siete años mayor que él. Cuando fue dado de alta del hospital y regresó a los Estados Unidos, en enero de 1919, creía que Agnes se reuniría con él y que se habrían de casar. Sin embargo, en marzo Agnes le escribió que se había comprometido con un oficial italiano. El biógrafo Jeffrey Meyers sostiene que Hemingway quedó desolado y marcado por el rechazo de Agnes y que en relaciones futuras siguió un patrón consistente en abandonar a una esposa antes de que ella lo abandonara a él.

En 1921 se casó con Hadley Richardson, la primera de cuatro esposas. La pareja se mudó a París, donde trabajó como corresponsal extranjero y asimiló la influencia de los escritores y artistas modernistas de la comunidad de expatriados, la “generación perdida” de la década de 1920. La primera novela de Hemingway, “Fiesta”, fue publicada en 1926. Tras su divorcio de Hadley en 1927, se casó con Pauline Pfeiffer. La pareja se divorció después de que Hemingway regresara de la guerra civil española, que cubrió como periodista, y que fue la base de su novela “Por quién doblan las campanas” (1940). Con su tercera esposa, Martha Gellhorn, se casó en 1940. Se separaron cuando conoció a Mary Welsh en Londres, durante la Segunda Guerra Mundial. Estuvo como periodista en el desembarco de Normandía y la liberación de París.

Poco después de la publicación de “El viejo y el mar” en 1952, Hemingway se fue de safari a África, donde estuvo a punto de morir en dos accidentes aéreos sucesivos que lo dejaron con dolores y problemas de salud. Hemingway mantuvo residencias permanentes en Cayo Hueso, Florida, en la década de 1930, y en Cuba, en las décadas de 1940 y 1950. En 1959 compró una casa en Ketchum, Idaho, donde se suicidó el 2 de julio de 1961 a los 61 años.

El día de su muerte

Eran algo menos de las siete de la mañana del domingo 2 de julio de 1961. El día anterior Ernest había regresado de la clínica Mayo en donde recibió terapias de electrochoques luego de su tercer intento de suicidio en menos de un año. Ese día, también, mientras cenaba en un restaurante, le dijo a su esposa que los meseros eran agentes del FBI contratados para seguirlo.

Se levanta. Se viste con la que llama “la bata del emperador”, desciende las escaleras en silencio para no despertar a la mujer y llega hasta el cuarto en el que tiene sus armas.

Son muchas, quizá más de 20: pistolas, rifles, escopetas, cada una de ellas portadora de un fragmento de la historia de su dueño, tardes de caza, de pesca, de disparos en bosques venecianos o desérticas explanadas africanas. Elige una de ellas, acaso la misma con la que se retrató años antes junto un leopardo en el África, la Boss calibre doce de doble cañón.

Regresa, sube las escaleras y se sienta en la sala de su casa en Ketchum, Idaho, allí mismo en donde meses antes había estado escribiendo su última obra, “A moveable feast” (“París era una fiesta”). Luego el movimiento es nimio, casi trivial y sin embargo irrevocable: presiona el gatillo después de haber puesto el cañón en su boca.

Cinco días después, el 9 de julio de 1961, Gabriel García Márquez escribió en una columna para una revista mexicana: “Hemingway no parecía pertenecer a la raza de los hombres que se suicidan. En sus cuentos y novelas, el suicidio era una cobardía, y sus personajes eran heroicos solamente en función de su temeridad y su valor físico”.

A primera vista el suicidio de Hemingway era una especie de contradicción.

Hemingway también era heredero de una serie de desórdenes mentales entre los que se contaba el trastorno bipolar y las tendencias depresivas, que de algún modo lo llevaron a desarrollar dependencia por el alcohol, sumados a traumas cerebrales por varios golpes y al desarrollo de una personalidad narcisista en exceso. Tales condiciones, en el caso de Hemingway, eran mucho más graves si se tenía en cuenta que su padre, Clarence Edmonds Hemingway, se había suicidado en diciembre de 1928 –cuando el escritor tenía 29 años– disparándose en la cabeza.

Por Andrés Dávila 

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