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Arqueología de la revolución aprista en Trujillo

Cuando Luis Sánchez Cerro asumió el poder, se le acusaba de fraude electoral, y ante eso ordenó arrestar a congresistas...

Cuando Luis Sánchez Cerro asumió el poder, se le acusaba de fraude electoral, y ante eso ordenó arrestar a congresistas en sus curules y matar opositores. Hasta golpeaba a sus propios asesores. El 7 de julio de 1932, ciudadanos de Trujillo se levantaron contra el dictador, siendo sometidos y luego asesinados extrajudicialmente.

“En el cementerio Miraflores de Trujillo fueron enterrados decenas de militantes apristas que murieron entre los días 7 y 12 de julio. Similar situación ocurre en otros lugares del Perú: Lima, Callao, Canta, Huari, Huaraz, etc. Muchas familias del norte del Perú conservan, de generación en generación, estos recuerdos. La cifra ha sido problemática en historias oficiales, aunque entre censos y memoria local, se estima en más de cuatro mil los asesinatos”, señala el arqueólogo Hernán Hurtado.

Balas y casquillos

Precisa que estos crímenes incluyeron fusilamientos y uso de aviones de guerra contra civiles, y que en las inmediaciones de Chan Chan se produjeron cientos de estos sacrificios humanos modernos. Posteriormente, evidencia como balas y casquillos encontrados en la ciudadela Chimú, han ido componiendo colecciones familiares en la capital liberteña.

“Cada fragmento de proyectil tiene la potencia simbólica de recordar que los antiguos muros chimú se volvieron tragedia y superación. Por un lado, los paredones de ejecuciones, y por otro lado un hito de solidaridad y marcación de identidades. Esta memoria ha sido silenciada y poco explorada por las arqueologías contemporáneas, pero permite plantear una arqueología de las dictaduras”, continúa Hurtado.

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El arqueólogo aprista considera que estas “mudanzas sociales” merecen una cuidadosa atención para no ser analizadas con lentes del presente, ya que referencias clásicas han sido insuficientes para caracterizar los orígenes, motivaciones y reivindicaciones del movimiento de 1932.

“Es necesario contrastar los relatos históricos con un registro arqueológico, como la interpretación de los procesos judiciales a los detenidos apristas que aún, con suerte, se mantienen en archivos locales para articular movilidades y procedencias.

Las cartas de la época, los periódicos y propaganda local, entre otros materiales testimoniales, son importantes para generar un panorama mucho más claro del pensamiento y acción social del Perú del siglo XX”, explica el arqueólogo.

Por César Rojas Vidarte

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